jueves, 22 de enero de 2015

Capítulo 2.


-Buenos días señorita Valentina.

-El señorita sobra.

    Cuando mi padre falleció mi madre montó una empresa de moda, le ha ido bien, más de lo que yo me imaginaba, quizás salir con Manuel Reberte, un empresario muy importante tiene algo que ver. Bueno, salir por decir algo, porque ella cada dos por tres viene a casa con un chico diferente, y siempre sigue el mismo protocolo, toman unas cuantas copas de vino, comparten risas y acaban en su habitación. Al día siguiente el chico se va temprano y mi madre le promete una segunda cita que nunca tendrán. Que yo sepa ya van ocho chicos, algunos bastante jóvenes. Pero según ella está enamoradísima de Manuel, que hipócrita.

   Desde entonces contrató a Margarita, la sirvienta, que ha sido lo más parecido a una madre que he tenido últimamente, a Brian el jardinero y a Daniel, el chofer.

 -Señori.. Valentina, ¿qué quieres desayunar? Te he preparado unos huevos con bacon, y un zumo de naranja... ¿te apetece?

-No, me tomaré solo el zumo, no tengo apetito.

-Pero niña te estás quedando en los huesos, nunca tienes apetito.

-Prometo comérmelo todo al mediodía, pero ahora no tengo hambre, de verdad- y dándole un beso cariñoso en la mejilla me senté en una de las sillas de la mesa de la cocina esperando a que bajase mi madre, aunque lo más probable es que no haya dormido hoy tampoco en casa.

 -Buenos días, chicas.

Y sorprendiéndome baja mi madre las escaleras sola, sin acompañante.

-Buenos días señora, ¿le pongo el desayuno?

-Sí, gracias Margarita. Valentina, ¿no desayunas?

-No tengo apetito.

-Señora, Valentina no come nada últimamente, me tiene preocupadísima.

-No tengo apetito, es solo eso.

Y sentándose a mi lado me hace una pregunta que me deja pálida.

 -¿Qué te pasa hija? Esto no es normal, tu no eras así, llegas a casa a las tantas y te encierras en tu cuarto, apenas comes, apenas hablas.. ¿que pasa? Tú eras de las que se reía de todo, de las que llegaba a casa con una sonrisa que iluminaba todo el salón. Siempre estas cansada, siempre tienes sueño, no prestas atención a nada, te pasas el día con el móvil o fuera de casa y llegas con unas pintas horribles.

-¿Desde cuándo te preocupas tú por mi?

-Desde que me enteré de que estaba embarazada.

-No me vengas con tonterías, desde que papá murió no prestas atención a nada que esté relacionado con tu familia, solo te centras en tu empresa y en tu novio, o tus novios, y no, no me pasa nada.

-No te consiento que hables así de tu madre.

-¿Mi madre? ¿desde cuándo tengo madre? - le pregunto alzando la voz y mostrando toda la ira que tengo hacia ella.

 
   Me dio un bofetón, me ardía la cara, pero no era nada comparado con lo que me ardía el pecho. Papá, baja por favor, te necesito.

-¡TE ODIO! ¡TE ODIO!

-Valentina…

 
   Subí corriendo las escaleras hasta llegar al cuarto de baño, me encerré en él y me tiré en el suelo, llorando, hasta tener los ojos rojos e hinchados, y un dolor tremendo de cabeza. Saqué una botella de whisky de una caja que había debajo de un mueble y le di un trago. Odiaba ser yo, odiaba tener esta vida de mierda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario